Un año después de finalizada la Guerra Civil, Francisco Zubieta Vidaurre y Andrés Retegui Gastearena abrieron su estudio fotográfico en la calle Espoz y Mina, 17. Podría parecer que en un país por reconstruir y en medio de las penurias que acarrean los conflictos, el trabajo del fotógrafo habría de quedar en las regiones de aquello que resulta prescindible. Sin embargo en la Pamplona de los cuarenta, florecieron los estudios de fotógrafos retratistas y mantuvieron su firme pulso comercial. Y, pese a que entre los enseres de casi todas los hogares estaba presente la maquina de retratar, las páginas capitales del álbum familiar eran escritas por los profesionales de la fotografía, a quienes se entregaba la responsabilidad de definir el perfil que cada miembro jugaría en la valiosa memoria de cada casa; nacimientos, bautizos, primeras comuniones, puestas de largo, bodas eran los precisos eslabones de una larga cadena que ancla en el tiempo a las generaciones.
Francisco y Andrés, primero y luego Javier Retegui, compusieron con el paso del tiempo un vasto archivo de más de 250.000 negativos, que guardan una parte de muchos de nosotros. Lo hicieron en el más alto nivel de un oficio con el que todos tenemos una deuda.
En el año 2009 la familia de Javier donó al Ayuntamiento de Pamplona el fondo Zubieta y Retegui, que ha sido depositado en el Archivo Municipal de la ciudad. Desde entonces, la institución y el consistorio han promovido un plan de actuación que permitirá la conservación, la descripción, el acceso, la recuperación y la explotación cultural de tan valioso legado.
La exposición Retratos de Galería, presenta a los pamploneses, una muestra de la labor del estudio en su década de actividad (1941-1951). Los títulos que agrupan las distintas facetas (niños, caballeros, mantillas, señoritas, etc) han sido extraídos de las rotulaciones de las cajas que constituyen el archivo.
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